SAN XIAO DE CUMBRAOS, SOBRADO

Como este, en el Camino Norte a su paso por SOBRADO, son varios los lugares que recuerdan a San Xiao “San Julián el Hospitalario” en el Camino de Santiago, por su vinculación con los caminos, ya que es patrón de los peregrinos, hosteleros y barqueros, en especial de estos últimos.


Una espectacular avenida de carballos, nos acerca, desde el Cruceiro, hasta la hermosa iglesia parroquial, construida en el s. XVIII con planta de cruz griega.



El topónimo Cumbraos tiene origen en el asentamiento poblacional de grupos de gente llegados desde Coímbra a partir del siglo VIII y durante el IX, alejándose de las zonas de ocupación islámica.



En Galicia encontraremos a San Xiao en muchas encrucijadas de caminos del interior: San Xiao do Camiño, Palas de Rei; San Xián de Negreira, en el camino de Santiago a Fisterra; San Xulián de Carballal (Lavacolla) s. XII (de Sigüero a Lavacolla); San Xiao de Narón y San Xulián de Poulo (Ordes) en el Camiño Inglés; San Xulián de Ventosa en Agolada; San Xulián de Bastavales (de Noia a Santiago); San Xiao de Sales (Vedra), camino del Pico Sacro; San Xiao de Friol, San Xiao de Carballo, San Xiao de Roimil, San Xiao de Ousá ( todas en Friol);  Sancto Iuliano de Fratribus de Courio ,actual Sardecoiro (Santiso) fue granja de los cistercienses del MONASTERIO DE SOBRADO. Además de unas cuantas parroquias bajo a advocación de San Xiao.


Santo de la Iglesia de origen francés (ss. III-IV), se representa habitualmente con una espada en la mano, fruto de la desgracia que lo llevó a la santidad. La versión más difundida de la vida de este santo, a medio camino entre el mito y la tradición de la Iglesia, aparece en LA LEYENDA DORADA (s. XIII), del italiano Jacobo de la Vorágine. Julián, tras recibir el anuncio de que acabaría matando a sus padres, escapa de casa para evitarlo. Termina casándose con una rica viuda, Basilisa -de la que no siempre se da su nombre-, con la que vive feliz. Cierto día, al volver de una larga cacería, encontró a dos personas durmiendo en su habitación. Pensando que se trataba de una infidelidad de su esposa, mató a la pareja con su espada. Al poco tiempo llegó a casa la mujer y Julián descubrió la terrible verdad: había matado a sus propios padres, que, por casualidad, tras años buscándolo, habían descubierto donde vivía y descansaban a la espera de su llegada. Julián abandonó de inmediato la placentera vida que llevaba y, en compañía de su esposa, que no quiso dejarlo solo, se marchó a un aislado lugar a hacer penitencia por el resto de sus días. Por la zona pasaba un camino que desembocaba en un río muy peligroso que los viajeros tenían que cruzar. Julián se convirtió en barquero para ayudarlos y fundó un hospital para atenderlos. Cierto día, recogió a un leproso que se reveló como un ser celestial que le comunicó que Dios le había perdonado. Se cuenta que murió martirizado durante la persecución a los cristianos del emperador romano Diocleciano a comienzos del siglo IV. Su leyenda también fue recogida por el escritor francés Gustave Flaubert (s. XIX).


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